9 de marzo

1024 612 Samuel Schmidt
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Eduque a mi hija sin distingo de género, no tenía un “rol de niña” y fue estimulada para aventurarse como cuando se fue a Kenia con dos amigas. Es una mujer fuerte, segura de si misma y ahora buena madre que le transmite a sus hijas e hijo valores de igualdad y libertad. Su madre la educó con el ejemplo de una mujer luchadora que no dependía de nadie.

Haber reconocido el potencial de esa mujer no es feminismo, es una postura libertaria en la cual se promueve el respeto de los derechos de la gente como si fueran iguales. Y recalco como si fueran iguales porque vivimos en un sistema de desigualdades e injusticia. Apoyo que la mujer y el hombre deben ser libres de elegir, aunque a la hora del aborto, si tiene pareja, es cosa de ambos, pero a final de cuentas es una decisión personal y muy privada como para que alguien trate de interferir como si supiera/decidiera que es lo mejor para ellas. En general, rechazo la pretensión de cualquiera que trata de imponer sus opiniones sobre los demás.

Creo que es un desacierto intentar discutir con quién se autodefine como feminista en un esfuerzo de imponer opiniones o puntos de vista basados en el género. Si política e ideológicamente esa opción les acomoda o la prefieren, entonces que sean lo que quieran ser, y eso con cualquiera de las corrientes o vertientes del feminismo. Es ineludible que aceptemos que cada quién escoja como quiere pensar y que no se trate de determinar por ellas cuál debe ser su manera de pensar, porque de ahí se deriva la forma de actuar.

Es interesante que personas (mujeres y hombres) que históricamente se han opuesto a los derechos plenos de las mujeres, ahora se vuelvan activistas y quieran marchar aunque para ellos no se trata de apoyar todos los temas de las mujeres y no se trata solamente del derecho a elegir al que se han opuesto con energía y hasta lo han penalizado. Que bueno que lo hicieron, ya era hora. Si quieren marchar que marchen, con el tiempo se decantarán las posturas políticas concretas y se destapará el oportunismo de algunas, la radicalidad de otras, la congruencia de otras. Sería conveniente que al marchar se comprometan a no interferir en las opciones de quién piensa distinto a ellas, o sea que abracen la libertad de las demás.

Debemos luchar para que nadie intente detener el proceso para reconocer y ampliar los derechos de la mujer, su igualdad, y asegurar que tengan por lo menos las mismas posibilidades y oportunidades que los hombres. Esto incluye temas económicos como el salario y los nombramientos en posiciones de mando; temas socio-culturales como dejar de ver y tratar a la mujer como un objeto (lavadora de dos patas dijo algún político imbécil), que se deje de comercializar con el cuerpo de la mujer (publicidad, table dance, trata de mujeres y prostitución forzada), por supuesto que en primer lugar se debe eliminar el acoso y la violación perpetrada por aquellos que creen que la mujer es un objeto que está para ser tomado aún en contra de su voluntad o para mostrar una superioridad enfermiza.

No podemos ignorar/soslayar que hay diferencias económico-sociales y que no todas las mujeres son iguales como tampoco lo son los hombres, pero mientras eso se resuelve, luchemos para que todas gocen de las mismas libertades y que abunden las oportunidades.

Que bueno que se aprobó una ley de equidad de género en la política, aunque algunos de los que marcharán han hecho hasta lo imposible por pisotearla. Ahora hay que mover el sistema para que haya equidad, no porque esta establecido en la ley sino porque es lo que debe existir, la inequidad política está arraigada culturalmente.

El reto supremo es eliminar las violencias en contra de las mujeres. La mujer debe dejar de ser víctima, porque mientras haya mujeres agredidas, discriminadas, sobajadas, no existe la democracia.

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