Shahak Shapira artista israelí cuestionó la frivolidad con la que los asistentes se retratan en el monumento a los judíos muertos en el Holocausto de Berlín y realizó montajes para recordarles el respeto que debe mantenerse en tales lugares
Su trabajo a levantado infinidad de polémicas, desde los que lo apoyan hasta los que lo consideran aun una mayor falta de respeto que las propias selfies
Aca recolectamos algunas opiniones de este trabajo que ha sido tema de discusión en los ultimos días y aunque seguramente no todos compartirán el punto de vista de Shahak Shapira seguramente su trabajo dejara una marca profunda en mucha gente
Y ¿Tu que opinas?
Las imágenes a continuación pueden resultar desgarradoras para muchas personas, favor de continuar con discrecion
Yolocaust, la impactante reprimenda a los turistas y sus fotos "divertidas
Las sonrientes caras, posiciones de yoga y hasta piruetas realizadas en un lugar construido para recordar a los millones de víctimas del Holocausto indignó al humorista Shahak Shapira, quien armó fotomontajes para recordar a los protagonistas de las fotos los horrores que representan los monumentos.
El monumento a los judíos de Europa asesinados, inaugurado en 2005, es visitado por miles de personas cada día y el recorrido está considerado dentro de las 10 actividades más interesantes para realizarse en la capital alemana. Sin embargo, numerosos turistas no mantienen la solemnidad entre las estelas de hormigón que recuerdan a los 6 millones de judíos que perdieron la vida durante el genocidio nazi.
Así, Shapira creó la web Yolocaust, un irónico juego de palabras entre el Holocausto y el acrónimo "YOLO", cuyas siglas en inglés indican "solo se vive una vez", usado por jóvenes para justificar acciones irreverentes. El artista germano-israelí coloca las piruetas y selfies de los visitantes en medio de desgarradores imágenes de cadáveres en campos de concentración.
"Es un fenómeno que noté hace un tiempo. Sentí que la gente necesita saber lo que está en realidad haciendo, o cómo otros pueden interpretar sus acciones", comentó Shapira, entrevistado por la BBC.
Para el creador del sitio, una selfie normal no sería un problema ni hubiera sido provocativa, pero repudió los actos que muestran posiciones forzadas, actos circenses o incluso mensajes discriminadores en los epígrafes de las redes sociales. "No voy a decir lo que se puede hacer o no. Pero quiero que la gente piense. Las imágenes pueden hacer que la gente tenga memoria", agregó, en conversación con el portal alemán Jetzt.
Shapira también indicó que su intención es recuperar la importancia de los memoriales. "No son para mí o para los judíos. Son para la gente de hoy, para que tengan moral y no elijamos a gente como Hitler, porque podemos terminar donde estuvimos hace 80 años", expresó.
El creador de Yolocaust retira parte de las ‘selfies’ de turistas en el Memorial del Holocausto de Berlín
El artista israelí Shahak Shapira elimina ocho de las 12 imágenes de su polémico proyecto
Dos turistas saltan sobre los bloques del Memorial del Holocausto de Berlín,en 2010. JOHANNES EISELEAFP
Cinco días después de la presentación de la web Yolocaust, el proyecto del artista israelí Shahak Shapira que combina selfies de felices turistas en el Memorial del Holocausto de Berlín con imágenes de judíos asesinados por los nazis, ocho de las 12 fotografías han sido eliminadas del portal a petición de los retratados. La iniciativa ha tenido una masiva difusión en redes sociales y medios internacionales y ha desatado la polémica desde el día de su publicación, el pasado miércoles, el 18 de enero.
El proyecto del creativo publicitario israelí traslada, a golpe de clic, las poses de los turistas en el monumento, algunos haciendo el pino, sobre imágenes en blanco y negro de cientos de cadáveres de los campos nazis. El Memorial, dedicado a los seis millones de judíos asesinados en Europa por el régimen nazi, es uno de los atractivos espacios históricos de la capital alemana: 10.000 personas transitan a diario por los 2.711 bloques de hormigón, alineados donde Hitler tuvo su megalómana Cancillería. Medio millón visita al año la exposición, en el nivel inferior, sobre la persecución a la comunidad judía berlinesa.
A pesar de que en 2005, año de su inauguración, el entonces presidente del Parlamento alemán, Wolfgang Thierse, describiera la instalación como “lugar donde comprender la soledad, la impotencia y la desesperación", dos guardias vigilan que se cumplan las normas de respeto establecidas: no gritar o correr por sus simétricas calles (en recuerdo a la espeluznante sistematización del genocidio), ni subirse a los bloques.
“Existe una contradicción entre las normas y el uso que el público da al espacio”, ha dicho Shapira a EL PAÍS. Lo cierto es que el arquitecto del Memorial, Peter Eisenman, predijo en el semanario Der Spiegel su uso lúdico. "La gente hará picnics y hasta pases de modelos", declaró en 2005, no solo por la fotogenia del lugar, sino por —tal y como hoy la califican muchos de los niños que la recorren— "laberíntica”.
La discusión generada por Yolocaust, cuya web se colapsó en las primeras horas de su anuncio, va desde una mayoría de opiniones que critican la banalización del lugar hasta otras que cuestionan que se intente imponer al visitante una percepción de lo representado. "Nadie debe decirme si lloro o no", reza un comentario en el Facebook de Shapira.
Rosa Sala Rose, germanista y autora del Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo (2003), cree que "los retratados son jóvenes que tienden a evitar las emociones negativas". "Lo que aquí se produce es la rebelión del vitalismo insustancial contra la imposición ética del dolor".
En respuesta a un correo electrónico de este diario, Eisenman apunta a que las imágenes de Shapira obedecen a un creciente antisemitismo (uno de los selfies retirados es el de dos chicos que decían saltar "sobre judíos muertos"). "Hace varias semanas hablé en el periódico Die Zeit sobre este tema; lo que vuelve a poner de relieve mis observaciones”, afirma el arquitecto. Se refiere a la conversación en el citado medio en la que asevera que hoy no existiría el "clima" social adecuado para edificar su Memorial.
Alemania afronta un nuevo y difícil reto en pleno año electoral. Tras los esfuerzos posreunificación por instaurar memoriales y exposiciones en antiguos campos nazis (a los que acuden grupos de educación secundaria de todo el país), el líder de la formación xenófoba Alternativa para Alemania (AfD), Björn Höcke, tachó de "vergüenza" este monumento precisamente el día de la aparición de Yolocaust.
Shapira dice no juzgar a los retratados. El propio artista fue víctima de una paliza en 2015 en el metro de Berlín, cuando increpó a unos jóvenes que gritaban proclamas antisemitas. Nieto de un superviviente de Treblinka (Polonia), Shapira opina que la sociedad alemana no debería sentir el recuerdo del Holocausto como algo vergonzoso, sino con la satisfacción de, ochenta años después, "ser el país más civilizado de Europa y el que mejor ha acogido a los refugiados".
¿Es reprobable hacerse selfis divertidos en el Memorial del Holocausto de Berlín?
El artista judío Shahak Shapira presenta un polémico proyecto, que combina fotos de turistas con imágenes reales de campos de exterminio
Han pasado doce años desde que se inauguró, entre la Puerta de Brandeburgo y Potsdamer Platz, pero el Memorial del Holocausto de Berlín no se ha despegado de la polémica en todo este tiempo. Es uno de los monumentos más visitados de la capital alemana y escenario permanente de selfis en todo tipo de poses, que van a parar a las redes sociales
El artista israelí radicado en Berlín Shahak Shapira pretende ridiculizar este tipo de comportamiento en su proyecto online Yolocaust. La naturaleza de esta obra, en cambio, da pie a cada espectador a interactuar con total la libertad.
Shapira selecciona fotos de turistas mostradas en sus perfiles públicos de Instagram y Facebook y en apps de citas como Tindr y Grindr. Su particular galería crea montajes con los protagonistas de esas autofotos que denuncia. Cuando se pasa el cursor sobre la instantánea original, aparecen imágenes reales de campos de exterminio de fondo.
"Yolocaust", de Shahak Shapira
Yolocaust se ha presentado este miércoles y, en menos de 24 horas desde su publicación en Facebook, ha superado los 8.800 compartidos y las 17.000 reacciones. Muchos medios alemanes e internacionales se han hecho eco de este proyecto.
En la mayoría de los casos, estas imágenes van acompañadas de etiquetas como Monumento al Holocausto o BerlinMemorial o se les ha añadido la localización geográfica, por lo que le ha resultado sencillo recopilarlas.
"Muchos de los que visitan el monumento cada día, se toman fotos tontas; saltan, patinan o montan en bici entre sus pilares", comenta el artista en la web del proyecto. Aunque opina como una falta de respeto estas reacciones, reconoce que "el significado exacto y el papel de este homenaje es controvertido". El autor no ha pedido permiso a las personas que aparecen en el proyecto e invita a quien no lo desee a que lo solicite por correo electrónico.
En una entrevista con la revista online alemana jetzt.de, Shahak Shapira explica la intención del proyecto: "No pretendo decir a la gente lo que tiene o no tiene que hacer, sino invitar a la reflexión. La galería quiere recordar lo sencillo que es que determinados recuerdos caigan en el olvido. Muchas personas ven el lugar como una herramienta de estilo, en vez de como un espacio para la memoria colectiva".
"Es demasiado bonito"
El Monumento del Holocausto de Berlín recibe medio millón de visitas al año. Cuando lo creó, el arquitecto Peter Eisenman tenía una idea clara en mente de lo que a él le inspiraba el recuerdo a los judíos de Europa asesinados por los nazis.
Pasear por este laberinto de 2.711 columnas de hormigón, repartidas en 19.000 metros cuadrados en pleno centro de Berlín, puede reproducir la sensación de aislamiento y falta de orientación que sufrieron las víctimas de los campos de concentración.
El arquitecto estadounidense de origen judío quiso subvertir el carácter funerario de monumentos similares, creando un lugar de silencio pero sin nombres de fallecidos, que solo se muestran en el museo subterráneo anexo a la obra. Buscaba invitar a la reflexión y también a "la esperanza para el futuro".
Así lo recogía el servicio de noticias Deutsche Welle en 2005, cuando se inauguró este espacio abierto, que no establece fronteras claras con el entorno urbano en el que se encuentra. De forma intencionada, no incluye excesivas explicaciones, por lo que el motivo original de la obra llega a pasar desapercibido para algunos visitantes espontáneos, que se comportan en ella como harían en un parque público.
Días antes, Eisenman reconocía al semanario Der Spiegel que la obra había cobrado una vida propia a la que él había concebido en un principio, lo que le resultaba un motivo de celebración. Al observar el resultado final, había encontrado nuevos significados entre las columnas de distintos tamaños: "Es asombroso ver a los visitantes desaparecer, como si se sumergieran bajo el agua".
En esa misma entrevista, antes incluso de que se expusiera a la reacción espontánea del público, el autor del monumento reconocía que el resultado final era "demasiado estético". Ante un paisaje que resulta bello, el impulso de algunos visitantes llegaría a ser el de tomar fotografías e, incluso, posar junto a él. "Es demasiado bonito. No es que quisiera que fuera feo, pero sí que no pareciera excesivamente diseñado. Deseaba lo ordinario, lo banal. Por desgracia, resulta demasiado planeado", confesaba.
Polémica permanente
Coincidiendo con el final del 60 aniversario de la Segunda Guerra Mundial y tras casi dos décadas de trabajo, la propuesta de Eisenman se inauguró generando un intenso debate. ¿Por qué se invertían 28 millones de euros del Estado alemán para rendir tributo solo a las víctimas judías, cuando los gitanos y los homosexuales también lo fueron?, se preguntaban en su día los más críticos al proyecto.
El verdadero escándalo durante esos días llegó al descubrirse que la empresa Degussa, la encargada de proteger las piezas con un líquido antigrafitis, estuvo implicada en la producción del Zyklon B, el gas con el que se ejecutaba en masa en los campos de exterminio nazis.
En pleno 2017, la obra sigue generando controversia política. Björn Höcke, miembro del partido antiinmigración Alternativa para Alemania (AfD), ha condenado esta semana el monumento. Ha lamentado que "solo a los alemanes se les ocurre colocar un recuerdo a la vergüenza en el corazón de su capital".
Sus declaraciones han provocado que Diether Dehmn, diputado del partido de izquierdas Die Linke, presente una demanda contra Höcke por incitación al odio. El político conservador se defiende ahora acusando a los medios de haber malinterpretado sus palabras, informa Reuters.
Yolocaust, la web que conciencia a turistas frívolos con el Holocausto
En poco más de doce horas de vida logró más de medio millón de menciones en la red: "Yolocaust.de", web alemana que cuestiona el comportamiento frívolo de los turistas en el Monumento en memoria a las víctimas del Holocausto de Berlín, se ha convertido en toda una sensación en Internet.
Su autor, el humorista Shahak Shapira, decidió dar un toque de atención a los viajeros jóvenes mediante la creación de una página que reúne decenas de fotografías compartidas en redes sociales en las que se ve a adolescentes posando exultantes ante el laberinto de estelas mortuarias que recuerda a los millones de judíos que fueron asesinados durante el régimen nazi.
Cuando uno mueve el cursor por la pantalla, las imágenes van mutando y los protagonistas, en vez de tener como fondo el reconocido monumento diseñado por Peter Eisenmann, aparecen retratados en campos de concentración. De esta forma, los turistas dejan de bailar o saltar entre bloques de hormigón para hacerlo entre cadáveres de las víctimas del Tercer Reich.
El nombre de la web "Yolocaust" surge como combinación de uno de los hashtags más utilizados por los jóvenes en las redes sociales "YOLO" (Sigla de la expresión inglesa "You Only Live Once", "Solo se vive una vez" en su traducción al español) y la palabra Holocausto.
La idea de montar esta página que vio la luz en las últimas horas se le ocurrió a Shapira hace unos meses, quien ha decidido hacer coincidir su publicación con la próxima conmemoración del Día en memoria de las víctimas del Holocausto, que se celebra el próximo 27 de enero.
El cómico de 28 años, nacido en Israel, colabora habitualmente en medios de comunicación en el país centroeuropeo y ha publicado un libro en el que cuenta la historia de su familia y su vida como judío en Alemania. (I)
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