Por fin llegó el momento, le darían al hombre la única
oportunidad en esta vida de subir dos horas a un cohete.
Amigos y parientes le recomendaron que lo disfrutara y que
al regresó les contará que vio, qué se siente, cómo le había ido.
Una vez que se vio adentro, tocó un botón y vio que el
asiento se hizo para adelante, apretó el de junto y se hizo
para atrás, ¡hay que bonito!, tocó otro, sonó un timbre,
se encendieron las intermitentes, otro, y para adelante,
y para atrás ¡cómo se divertía!.
De pronto lo interrumpieron.
Habían terminado dos horas.
¡Cómo! Si todavía ni despegamos. Yo quería volar
¡Nada, para abajo!, tuvo su oportunidad, como todos,
se le fue el tiempo apretando foquitos y demás distractores
que le impidieron realizar el anhelado e irrepetible viaje por la vida.
No hay una segunda vez.
¡Para abajo!
-Fragmento sacado del Libro de Oro por Benjamín Sutton.
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