Hace tiempo leí un artículo donde hacían referencia a un famoso doctor, quien relataba que durante su niñez, todos los días, cuando la familia se sentaba a cenar, su padre les preguntaba a cada uno de sus 7 hijos: “¿Y qué hiciste hoy por alguien?”.
Esas palabras me dejaron muy marcada pues imagínense que todos pudiéramos preguntarles eso a nuestros hijos, inculcarles a hacer algo bueno cada día, desde un lindo saludo hasta una buena acción, algo para que al crecer y madurar, esta motivación se transforme en un deseo interno de ayudar a los demás. Y es que siempre habrá personas con necesidades y cada uno de nosotros puede hacer algo para ayudar a alguien.
Cuando mi hijo cumplió 3 años y recibió juguetes en su fiesta, muchos de ellos repetidos, le expliqué el valor de DAR platicándole que había niños necesitados que no tenían para comprar juguetes, así que en lugar de cambiarlos hablamos de ir a donarle juguetes a niños menos afortunados y fuimos a una Casa Hogar para que él mismo se los entregara. Fue una hermosa experiencia, pero jamás pensé que lo fuera a marcar de tal manera que este año, al cumplir 4 y abrir sus nuevos regalos, me dijo: “Mami, ¿Cuando vamos a ir a llevarle mis otros juguetes a los niños que los necesitan?”.
Ahí, con lágrimas en los ojos y el corazón lleno de orgullo, comencé mi búsqueda por un nuevo lugar para ir y di con Sharon Bistre y su fundación DB. Al momento de platicarle, le encantó la idea pero me dijo que eran muchos niños y trataríamos de juntar a tiempo para el “día del niño”… Al día siguiente empecé a platicarle a mis amigas, vecinas y mi grupo de Naamat y la voz se fue corriendo de una manera tan impactante que en menos de 2 semanas teníamos juguetes de sobra… Quedé completamente impactada por la respuesta de la gente, por su disposición y ganas de ayudar; nos trajeron juguetes en buen estado y juguetes nuevecitos, compramos pilas para los que hacían falta, se inflaron balones, nos donaron envolturas y tiempo para envolver y personalizar cada regalo; durante días mi casa se convirtió en un campo minado lleno de “bombas de alegría” que traerían diversión a muchos niños; personas que ni me conocían me hablaban para ver qué hacía falta para que compren, pues queríamos que cada niño abriera un regalo de acuerdo a su sexo y edad y fue tal la respuesta de la gente que logramos juntar 3 veces más de lo que teníamos planeado para esta ocasión, por lo que pudimos donar también juguetes al hospital de la Raza.
Muchas veces todos queremos dar y sólo nos quedamos en la “intensión” pero es increíble cómo cuando hay una motivación podemos actuar de manera tan hermosa, pues esta idea se fue contagiando con muchísimo entusiasmo y fue magnífico ver cómo en tan poco tiempo se logró una diferencia tan grande, involucrando a nuestros hijos en este proyecto. Los niños dieron cosas que eran valiosas para ellos pues lograron entender que había niños que lo necesitaban más.
Y es que DAR ENRIQUECE EL ALMA… Esta es una frase que mi mamá me enseñó desde pequeña y una de las mejores herramientas que me brindó cuando iba a comenzar mi propio hogar, pues el ejemplo es lo que realmente sirve de modelo o lección. Soy la segunda generación en mi familia de pertenecer a Naamat, una organización de mujeres judeo-mexicanas interesadas por el bienestar de nuestro país y cuya labor atesoro más día con día, pues creo que el voluntariado se basa en los valores de la solidaridad y la confianza mutua y trasciende todas las fronteras culturales, lingüísticas y geográficas.
Mi meta hoy en día es poder inculcar a mis hijos las virtudes y valores humanos, que vean nuestros hijos que no todo es recibir y hoy, una vez más, mi corazón se llena de alegría al estar rodeada de tantas personas que se unieron a esta hermosa causa y trajeron a sus hijos, chicos y grandes, a VIVIR esta experiencia DÁNDO AL PRÓJIMO y contemplar las vidas que fueron bendecidas, tanto de los que dieron como de los que recibieron. Nunca debemos dejar de dar gracias de tener la oportunidad de dar.
Goldie Yudelevich de Plotnik
voluntaria de Naamat (grupo Netzaj)
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