Alternar el aislamiento semanalmente entre dos grupos de la población general ayudaría eficientemente a detener la pandemia de COVID-19 y a mantener un buen porcentaje de la economía con buena salud. Tal es la propuesta de un equipo de la Universidad Bar Ilan, liderado por el físico y matemático Baruch Barzel.
Recordemos que hace tiempo, unas de las mentes brillantes de México , Andrés Roemer y Pamela Cortés nos hablaron de una propuesta similar
Con base en un cálculo que toma en cuenta cuatro estados del desarrollo de la enfermedad en el paciente, el equipo propuso un modelo que alterna el aislamiento con el trabajo productivo de la vida normal, logrando resultados que prevén desacelerar tanto la epidemia como el desmoronamiento de la economía.
Según este modelo la transición de la enfermedad se desarrolla en cuatro etapas en los pacientes: susceptibles [a punto de contraer la enfermedad], expuestos [en estado presintomático], infectados [que desarrollan síntomas] y recuperados [los que resultan inmunes]. Basado en estos cuatro grupos, el modelo afirma que el aislamiento y la cuarentena pueden dosificarse para lograr el ansiado "aplanamiento de la curva de contagio", sin embargo las medidas preventivas como el distanciamiento físico, el lavado de manos, entre otras, deben mantenerse.
Según apareció en la prensa israelí, aunque apenas se trata de una propuesta, el equipo de investigadores ya fue contactado por el Consejo de Seguridad Nacional de Israel y grupos gubernamentales de otros países.
En la publicación del estudio en arXive, el equipo justifica la propuesta en el hecho de que las medidas de aislamiento total son difíciles de mantener en el tiempo y las consecuencias en la economía son desastrosas.
En el abstract de la publicación se lee: "Al carecer de un medicamento o vacuna, nuestra estrategia actual para contener la pandemia de COVID-19 es mediante el distanciamiento social, específicamente las restricciones de movilidad y los bloqueos. Dichas medidas imponen un costo perjudicial a la economía y son difíciles de mantener por períodos prolongados. El desafío es que el aislamiento selectivo de los enfermos, una estrategia a menudo viable y efectiva, es insuficiente contra COVID-19, debido a su período de incubación relativamente largo, en el que las personas expuestas no experimentan síntomas, pero aún contribuyen con la propagación.
Aquí proponemos una estrategia de encierro alternativo en la cual la mitad de la población permanece bajo encierro mientras que la otra mitad continúa activa, manteniendo una rutina de sucesión semanal entre actividad y encierro. Todos los individuos sintomáticos continúan en aislamiento.
Bajo este régimen, si un individuo estuvo expuesto durante su semana activa para cuando complete su aislamiento ya comenzará a mostrar síntomas. Por lo tanto, esta estrategia aísla a la mayoría de los individuos expuestos durante su fase asintomática. Encontramos que cuando se complementa con normas de comportamiento para reducir la infección, como evitar el contacto físico u observar la higiene personal, esta estrategia no solo supera la pandemia sino que también permite cierto nivel de flexibilidad, es decir, tolera una fracción de quienes incumplen la cuarentena y a los trabajadores esenciales que permanecen activos continuamente.
Examinamos nuestra estrategia basada en modelos epidemiológicos actuales con parámetros relevantes para COVID-19. Sin embargo, después de esta comunicación, deseamos probar y ajustar aún más nuestro esquema basados en datos de interacción humana en tiempo real y evaluar su efectividad real".
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