Me acompañó desde la era de los sesentas, cuando, junto con Miguel Alemán Velasco conducían un programa periodístico, y se intercomunicaban de una manera que siempre caracterizó al amigo Jacobo…dos camaradas, que platicaban la noticia.
¿Qué le podía importar a un chamaco de menos de 10 años, escuchar noticias de interés general?
¡Claro que importaba lo que se decía! ¡y mucho!
¿Por qué! Simplemente, debido a que Jacobo siempre supo tocar las fibras de la sensibilidad universal.
¿A quien entrevistaba? ¡Qué importa! Lo medular era verlo y escucharlo a él…al amigo Jacobo.
Si no era con Miguel Alemán Velasco, fue también con DON Pedro Ferriz Santacruz, también maestro de maestros.
Sin embargo, Jacobo estaba destinado a colocar su silla frente al escritorio ¡y nada más que frente a él!
Llegó la época de 24 Horas, y se marcó toda una revolución noticiosa, alrededor de la información.
No obstante, el amigo Jacobo seguía siendo el mismo de siempre.
Y le siguieron ECO, y toda una trayectoria de ser humano frente a la pantalla, hasta que Jacobo emprendió un vuelo todavía más alto, a través de su programa radiofónico “DE UNA A TRES”.
Hace más de una década, y contra cualquier pronóstico, derivado de su ya considerable edad, Jacobo vuele a emprender una aventura de éxito, marcada por la sinceridad, y la ausencia de censura, tan propia de Televisa.
Ya no dice noticias. Ahora platica con su auditorio, y ya no me importa si escuchaba yo una repetición o, inclusive, la de los fines de semana…que pudiera parecer ya tan poco oportuna.
¡Pero no era así! Su fina plática, enriquecía los instantes del auditorio…de sus amigos.
Todos queríamos volverlo a escuchar ¡o a escucharlo!, si nos habíamos perdido el programa en su horario habitual de lunes a viernes, y “De Una a Tres”
Personalmente, odio las corridas de toros, pero me agradaba mucho escuchar sus comentarios, y su acertada decisión de invitar a aficionados a que hicieran la “Crónica del Domingo”.
¿Y del tango? La melancolía y el dolor se convertían en una rúbrica perfecta para su programa, previa una docta explicación acerca del cómo, cuando y porqué lo había cantado “el mudo”, como el refería a Gardel.
¿Qué importaba el tango? o ¿qué importaba la crueldad de la corrida de toros? Con Jacobo, el plato ya degustado, se convertía en platillo de mesa privilegiada.
Esto va mucho más allá del periodismo meramente informativo.
Es la voz del amigo, que nos apapachaba, nos arropaba. Además ¡de que nos informaba con autoridad y experiencia!
¿Por qué AMIGO JACOBO?
Simplemente porque siempre fue un amigo.
Porque, como él mismo lo decía,
nunca sacrificó una amistad en aras de la noticia
Pero, como personalmente lo veo, porque con su mensaje, plácido, a la vez que autorizado, parecía platicar dentro de nuestras salas, cocinas, estancia, o en el automóvil, donde Jacobo se invitaba como un pasajero de primera línea.
Hasta luego amigo Jacobo.
“ES LA UNA DE LA TARDE, EN EL RELOJ DE CATEDRAL”
Ahora, ese reloj ha enmudecido
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