A partir de este viernes, los israelíes no podrán salir a más de 500 metros de su domicilio
Como un ejemplo de determinación para el resto de las naciones, Israel superó en primavera sin apenas consecuencias sanitarias el primer embate de la pandemia. La segunda oleada de la plaga de coronavirus amenaza ahora con desarbolar su sistema sanitario, desbordado por más de 4.000 contagios diarios en un país de nueve millones de habitantes. Al cabo de varias semanas de vacilaciones, el Gobierno israelí ha ordenado este domingo un confinamiento general de tres semanas tras el aparente fracaso de las medidas parciales de contención, como el toque de queda nocturno en decenas de poblaciones con alta tasa de infecciones. El Estado judío se convierte así en el primer país de economía avanzada en reconfinar a toda su población por la segunda ola de la covid-19.
Desde el viernes 18 de septiembre, al inicio de la festividad del Año Nuevo judío y al menos hasta el 10 de octubre, pasados ya Yom Kipur o Día del Arrepentimiento y la celebración de Sukot o Fiesta de los Tabernáculos, los israelíes van a ver drásticamente reducidas su movilidad y sus actividades profesionales y académicas. De paso, el Gobierno pretende poner coto a los desplazamientos masivos y reuniones familiares multitudinarias durante las llamadas grandes festividades judías. Si no se consigue rebajar la tasa de contagios, las autoridades no descartan prorrogar las restricciones hasta noviembre.
El segundo confinamiento en seis meses entrará en vigor el viernes, escasas horas antes del inicio de la festividad judía del año nuevo, y durará tres semanas "con opción de prórroga". Entre las medidas anunciadas esta noche por el primer ministro, Benjamin Netanyahu, la limitación de reunión a 10 personas en un lugar cerrado y 20 en uno abierto. Los ciudadanos además no podrán salir a más de 500 metros de sus casas.
De esta forma, quedará interrumpida la vuelta al colegio iniciada el pasado 1 de septiembre al tiempo que se profundizará el severo daño económico ya provocado por un virus que no sólo no se fue este verano, sino que volvió con una fuerza inesperada. Para limitar el impacto en la economía y en miles de pequeñas empresas, el "Gabinete Corona" tiene previsto aliviar el cierre en lo que respecta al empleo en el sector privado y preparar un paquete de ayudas. No está previsto que el aeropuerto Ben Gurion suspenda de forma completa sus actividades. En cualquier caso, el ministerio de Finanzas estima que el coste del nuevo confinamiento en sus parámetros aprobados alcanzará casi 2.000 millones de euros.
"El profesor Ronni Gamzu (encargado de la lucha contra el virus) y los expertos del sistema sanitario nos mostraron el pasado jueves la bandera roja. Son medidas difíciles y más durante las festividades pero de lo contrario el virus nos golpeará", justificó Netanyahu, que por un lado recibe críticas por la gestión sanitaria y económica y, por otro, elogios por el acuerdo de normalización de relaciones con Bahréin y Emiratos Árabes Unidos que firmará este martes en la Casa Blanca bajo el paraguas de su principal aliado político, el presidente estadounidense, Donald Trump.
El cierre general confirma el fracaso de la gestión del Ejecutivo, que contrasta con su éxito en la contención de la primera ola en marzo. El suspenso se debe a la rápida desescalada en mayo (incluyendo la amplia apertura de la economía y el regreso a las aulas), la ausencia de una estrategia clara para romper la cadena de contagios, la excesiva confianza del Gobierno que tras los comicios del pasado 2 de marzo se convirtió en una coalición de unidad en permanente desacuerdo interno, la falta de confianza de los israelíes hacia las autoridades debido al zig zag en la toma de decisiones y la sensación generalizada en la calle de que el virus era una enfermedad menor y superada lo que llevó a muchos a dejar la mascarilla en casa o en el bolsillo.
Según los datos actualizados este domingo por la tarde, 1.108 israelíes murieron por Covid-19 desde el pasado mes de marzo. El número de enfermos graves llega a 513 (139 bajo respiración artificial), mientras que el número de contagios en la jornada del sábado fue de 2.715.
Tras la reunión del Gobierno en la que cada ministro intentó aliviar el cierre en su sector, Netanyahu presumió de que su país "fue de los primeros en el mundo en entender la dimensión del peligro. El número de enfermos graves y muertos es de los más bajos en proporción a la población".
El ex director del Hospital Ijilov de Tel Aviv Gabi Barbash indica que "el porcentaje de positivos en las pruebas efectuadas en los últimos días gira en torno al 8%, mientras en la primera ola fue el 1 o 2%. El cierre reduce el porcentaje de nuevos enfermos pero no liquida el virus. Para ello se necesita como mínimo un mes".
CRISIS SANITARIA, ECONÓMICA Y POLÍTICA
La crisis sanitaria y económica se ha agravado también debido a la crispada situación social y política en Israel donde la formación del Gobierno entre el Likud (Netanyahu) y la mitad del bloque centrista "Azul y Blanco" (Benny Gantz) no ha reducido la división entre los seguidores y opositores al primer ministro en torno a su juicio por corrupción. Al contrario, la polarización es mayor. Desde hace doce semanas, su residencia oficial en Jerusalén es el escenario de manifestaciones de protesta. La autorización de las manifestaciones contra Netanyahu, que el sábado cumplieron su décimo segunda semana consecutiva en el centro de Jerusalén y pese al virus, enfrenta a los ministros de los dos bloques de la coalición.
El ministro de Vivienda, el ultraortodoxo Yaakov Litzman, presentó hoy su carta de dimisión en protesta por el cierre durante la festividades judías del año nuevo y Kipur en las próximas dos semanas y las limitaciones de aforo en las sinagogas. Su decisión, que no tiene efectos políticos, no es compartida por el resto de su partido "Judaísmo de la Torá" ni del otro partido jaredí Shas. En su dimisión, el que fuera ministro de Sanidad ha lanzado un duro alegato contra el encargado de la gestión del "Gabinete Corona" en los últimos meses, Dr. Ronni Gamzu.
Hace una semana, Gamzu vio cómo su programa "Semáforo" (diferencia las zonas del país en función del porcentaje de contagios) no fue implementado ya que Netanyahu cedió a la presión de los políticos ultraortodoxos para no aplicar limitaciones selectivas sobre las localidades con mayoría claramente religiosa que, como las ciudades árabes, son las más afectadas por el virus.
"Durante tres meses hicimos todo lo posible para evitar el confinamiento. Se trata de un día muy duro para Israel ya que estas limitaciones no son fáciles para la economía y la sociedad. No es agradable no poder celebrar las festividades en las próximas tres semanas con toda la familia ni con mucha gente en la sinagoga pero las circunstancias obligan a ello", afirmó el ministro de Sanidad, Yuli Edelstein.
Tras la maratoniana reunión con sus ministros y asesores en Jerusalén, Netanyahu se dirigió al aeropuerto de Ben Gurion para viajar a Washington donde, lejos de la crisis económica y sanitaria que atraviesa su país, firmará los acuerdos de paz con EAU y Bahréin.
Con Información de el mundo.es y El Pais
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