“Un domingo de primavera, un joven se levanta en su día de descanso para ir a visitar a su padre que está interno en una residencia geriátrica, hace ya tiempo padece alzheimer. Por una parte el instituto lo ayuda a sobrellevar el fallecimiento de su querida esposa aunque no lo recuerde todo, no ha borrado de su mente a su hijo.
El padre del joven desde que lo diagnosticaron decidió escribir un diario con todos los recuerdos más significativos de su larga vida. El hijo llega a la habitación de su padre y este enseguida lo reconoce, cierra su diario y se levanta para darle un fuerte abrazo, pues hacía ya días que no se veían. Juntos salen al jardín de la residencia, a disfrutar de la tranquilidad y la belleza de la primavera.
El hombre saca su móvil y comienza a responder unos mensajes, mientras su padre, con la mirada perdida entre la luz y los sonidos del lugar, observa todo a su alrededor. De pronto, escucha un sonido y ve un movimiento que le llamó la atención en las plantas.
En eso pregunta: ¿Qué es eso? El hijo, miró a las plantas y volviendo la mirada al móvil le contestó a su padre: ¡Oh, nada, es un gorrión!. El padre se quedó mirando al matorral y al volver a oír el movimiento entre las ramas volvió a preguntar
¿Eso qué es? el joven sorprendido por la pregunta, le mira y le dice:¡Te he dicho que es un gorrión? El padre en silencio seguía mirando al matorral y el gorrión salió volando desde el matorral y se posó en las ramas del árbol que tenían detrás.
Unos minutos después el padre vuelve a preguntar ¿Qué es eso? El hijo ya molesto y cansado por tanta pregunta. Algo irritado le grita: ¡Qué te he dicho que es un pájaro, un gorrión, si sigues así volvemos a tu habitación! Y volvió a pegar los ojos al móvil.
El padre se quedó en silencio, luego sin decir nada se levantó y le dice al hijo, “ahora vuelvo” se encaminó a la residencia. El muchacho sin apartar los ojos del Teléfono exclama: “bien…” y siguió escribiendo. El padre fue a su habitación, cogió su diario y volvió al patio.
Se volvió a sentar junto a su hijo, abrió su diario por unas de las primeras páginas, le quitó al hijo su Teléfono de las manos y le puso el diario en su lugar y señalando con un dedo le dice, “lee aquí”.
El joven mira a su padre sorprendido y empezó a leer por donde su padre le indicaba: “Hoy estaba sentando en el parque con mi hijo de pronto un gorrión se posó en frente de nosotros. Mi hijo me pregunto 22 veces “¿eso qué es?” yo 22 veces le dije que era…, un gorrión, y cada vez que me hacía la misma pregunta lo abrace sin enojarme y sintiendo un infinito amor por mi pequeño hijo inocente”.
Hay un instante de silencio conmovedor el hijo abraza y besa a su padre, pero ahora de una forma como nunca antes lo había hecho.
Autor: Desconocido
Moraleja de la historia “El gorrión”
Esta conmovedora historia nos recuerda el amor infinito que sienten los padres hacia sus hijos esperando al final que estén ahí. Sin embargo, a veces como hijos podemos durar años reprochando a nuestros padres, o podemos tener tantas ocupaciones que dejamos de verlos y hablarles.
Es importante que no desperdiciemos cada momento que podamos compartir con ellos mientras estén en este plano terrenal y aprovechar cada una de sus lecciones que aún mayores y con todos sus padecimientos nos dan. Por tanto, no guardemos silencios, un te quiero, voy estar para ti pase lo que pase, un abrazo, un café y un libro.
No olvidemos los momentos de amor y paciencia que nos dedicaron nuestros padres y tratemos de entenderlos, de mirarlos y sonreírles, abrazarlos tanto como podamos.
Fuente: Mamamia360.com
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