- Se trata de un duro drama islandés sobre la falta de comunicación, la violencia y las relaciones entre padres e hijos, galardonada con la Concha de Oro
Islandia, un país que en invierno tiene noches interminables y en verano apenas se ve ponerse al sol, con imponentes ríos y un clima que no ayuda a la comunicación. Su colectividad tan avanzada, también es proclive al aislamiento social, a las depresiones y el alcoholismo. Es el lado oscuro de sociedad nórdica.
El director Rúnar Rúnarsson basa en estas problemáticas la trama de su segundo largometraje, Despegando a la vida (Þrestir, 2015), una cinta seleccionada dentro de la 60 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional y que se exhibirá del 28 de marzo al 2 de abril en la sala 3, Fernando de Fuentes.
Se trata de un relato iniciático acerca de Ari, un adolescente islandés cuya madre se marcha con su novio a África, lo que obliga al muchacho a abandonar su ciudad para ir a vivir a un pequeño pueblo con su padre con quien no tiene contacto desde hace seis años. Desubicado, carente de referentes, su llegada al nuevo entorno coincide con el descubrimiento del primer amor, sus primeros contactos sexuales y los primeros escarceos con el alcohol y las drogas.
Ganadora de la Concha de Oro durante el 63 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, Despegando a la vida es una puesta en escena apoyada en silencios y miradas que transporta a un momento de aislamiento personal y desconcierto en el que nuevas emociones empiezan a tiranizar la existencia de cualquier adolescente.
Actual abanderado de la exigua industria cinematográfica islandesa, Rúnar Rúnarsson cuenta esta historia de manera pausada, otorgando gran importancia al paisaje, sobre todo a las majestuosas montañas islandesas que parecen simbolizar una fuerza superior, el destino que fuerza al protagonista a seguir por el trágico camino que le deparan la soledad y la incomprensión.
Con ayuda de la banda sonora, la hipnótica música compuesta por ex tecladista de Sigur Ros, Kjartan Sveinsson, Rúnarsson logra crear una atmósfera opresora a pesar de haber filmado en gran parte los impresionantes exteriores islandeses.
La razón de construir este ambiente asfixiante, de acuerdo con Rúnarsson, fue su intención de retratar la realidad de su país. “En esa zona de Islandia, a unos doscientos kilómetros de Groenlandia, la falta de luz en invierno hace que la gente beba más de la cuenta, y en verano, por la falta de oscuridad, también”, explicó el realizador al diario El País en el marco del Festival de San Sebastián.
En la misma entrevista, Rúnarsson, que debutó con Volcano durante la Quincena de Realizadores de Cannes en 2011, apuntó que en Islandia “uno de cada cuatro hombres y una de cada seis mujeres van a Alcohólicos Anónimos", y aseguró que todo lo que cuenta en este duro drama es “la pura realidad, de hecho está basada en experiencias propias”
Despegando a la vida es una nueva versión de un corto previo que Rúnarsson rodó en 2008, Two Birds (Smáfuglar), con el que compitió en la sección de cortometrajes de Cannes y fue premiado en numerosos festivales. También obtuvo una nominación al Óscar por The last farm (Síðasti bærinn, 2014).
En Two Birds, una historia sobre los primeros sentimientos adolescentes que conlleva el primer amor, el protagonista es interpretado por el actor islandés Atli Oskar Fjalarsson. Ya convertido en un joven adulto, Fjalarsson protagoniza ahora Despegando a la vida.
El crítico de cine Guy Lodge escribió para la revista Variety que “una sensibilidad silenciosa está a la orden del día en esta mesurada y conmovedora mini bildungsroman, en la que vemos a Rúnarsson transferir la exactitud observacional y el majestuoso sentido del espacio que distinguió su contundente debut del 2011, Volcano”.
Y añade que cuando la película se aleja inquietantemente de la normalidad, “en vez de explorar las distorsiones perjudiciales y las perversiones del deseo tendidas debajo de la apacible superficie de una pequeña comunidad, se vuelve más penetrante emocionalmente.
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