En la música, los silencios son sonidos que, aunque no suenan, existen. Son ese tiempo entre una nota y otra que te permite seguir sintiendo la canción.
En la vida también hay muchos tipos de silencios, pero hoy estoy en un punto en el que los que escucho me duelen demasiado. He tenido amigos durante muchos años a quienes les he construido un lugar en mi vida, una imagen en mi corazón, y desafortunadamente, se están desvaneciendo. Su silencio me duele mucho.
Sé que a medida que crecemos, las prioridades en nuestra vida, así como las necesidades, van cambiando. Y estas, junto con quienes considerábamos nuestros amigos. Llevo mucho tiempo tratando de entender si el que está mal soy yo. ¿Si soy yo quien ha cambiado? ¿Si soy yo quien está reevaluando las prioridades en lo que significa una amistad? Me duele, y mucho, pero debo entender que yo también, seguramente para algunos de ellos, he pasado a un segundo plano. No por mal, sino porque sus momentos y necesidades de apoyo han cambiado. Es una lástima, pero debo anclar mis pies en la realidad de lo que su silencio representa, y con eso tendré que vivir.
Seguramente los que se fueron tendrán un silencio eterno, pero los que siguen aquí podrían manifestarlo de manera diferente: una llamada de vez en cuando, un “¿cómo estás?”, un “¿cómo vas?”. Un “no te he llamado, pero sabes que te sigo queriendo”. Aunque nos veamos poco, sabes cuánto te aprecio, y el silencio y la distancia no harán que cambie lo que siento por ti.
Hoy hay algunos “amigos” que, aunque están cerca, se sienten muy lejos. Cada día más, el barco sigue navegando, y a medida que la dirección cambie, la distancia también lo hará. Ojalá nos preguntemos por quién vale la pena luchar y por quién vale la pena mantener el silencio. Aunque duele, ya no tiene intenciones de coincidir. Les deseo que sus silencios sean los que necesiten para estar solos y pensar, pero no tantos como para dejar que el sonido de la amistad se pierda.
Avi Bleier
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