Una cita es básicamente una audición, más de lo que creemos. Cuando estamos en una cita con alguien que nos gusta, tratamos de mostrarnos a nosotros mismos como un buen prospecto estable para una relación, y eso no significa decir cosas pretenciosas como “conozco Roma como la palma de mi mano”, o “hago ejercicio 6 horas al día”, porque estas declaraciones no proyectan quiénes somos en realidad.
La cuestión más importante entonces sería: ¿qué debemos hacer para mostrarnos tal cual somos?, ¿qué necesitamos para que la otra persona se interese?
Alain de Botton nos explica en su School of Life que hay dos prioridades cruciales; la primera es mostrar que tenemos una buena relación con nosotros mismos. De acuerdo con de Botton, lo que nos hace atractivos es ser capaces de reconocer nuestras propias fallas, sin cruzar el límite de nuestros defectos. Debemos mostrar que manejamos bien nuestras debilidades, lo que probaría que somos una persona fuerte y segura de sí misma.
La segunda jugada seductora es recalcar lo que nos gusta de la otra persona, pero de una manera tierna y realista. La gente usualmente cree que mientras más adulas a otra persona, más atraída se sentirá hacia a ti. Sin embargo, esta situación es al revés; esto no es una buena señal ya que la otra persona sabe que no debería recibir un halago tan intenso tan pronto. La seducción implica sugerir tanto atracción por la otra persona, como el que estemos conscientes de sus debilidades y defectos.
Muchas cosas son emocionantes al momento de una cita, pero el conocerse a sí mismo y la generosidad perceptiva son, seguramente, las cosas más seductoras del mundo. Estos son los elementos que indican si estamos preparados o dispuestos a comenzar un compromiso, largo, emocionante, hermoso e intermitentemente dolorosísimo que vaya más allá de la primera cita.
Revive su charla en CDI: https://www.youtube.com/watch?v=U2YcC_H66XY&t=28s
Andrés Roemer.
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