CONTAGIAR LA MARAVILLOSA LOCURA DE HACER MÚSICA
***Cinco destacados músicos hablan, desde su experiencia personal, de lo que el programa académico y artístico que ayer concluyó, aporta a la población y a los jóvenes instrumentistas del país
***”Mejor tener un instrumento que un rifle en la mano”, opina uno de ellos.
Comparten la convicción de que la música puede ser un factor importante de cambio social, al presenciar cómo la creación artística fue el vínculo y elemento de convivencia que unió a 400 jóvenes de distinto origen y formación musical, en el programa académico y artístico Instrumenta Oaxaca 2014.
Son cinco de los destacados músicos solistas y al mismo tiempo, excelentes pedagogos, que impartieron clases magistrales de perfeccionamiento musical por espacio de dos semanas a instrumentistas procedentes de 24 ciudades del país: en clarinete, Javier Asdrúbal Vinasco (Colombia); piano, Edith Ruiz (México); oboe, Nigel Shore (Inglaterra); fagot, Marcelo Padilla (Costa Rica); y flauta, Efraín Oscher (Uruguay/Venezuela).
Fueron ellos quienes recogieron las mejores experiencias de Instrumenta: la convivencia con los chicos en clase, el conocimiento de sus intereses y nivel técnico; sus deseos por aprender y crecer como músicos; su gusto por tocar ante públicos diversos; el trabajo intenso, tanto académico como interpretativo, tanto en el aula de clases como en escenarios grandes y pequeños ante públicos diversos.
Cinco voces que celebran “el indudable talento que existe”, y el hecho de que Instrumenta Oaxaca “un programa importante para la vida de los jóvenes músicos”, lleve once años de existencia gracias al apoyo del gobierno del estado de Oaxaca, la Fundación Harp Helú Oaxaca y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
“Ha sido una fantástica experiencia, llena de sorpresas agradables. La reputación de Instrumenta es muy amplia; tenía conocimiento de su alta calidad y nivel, pero vivirlo en primera persona es otra cosa. Están haciendo algo trascendente e importante y lo están haciendo con mucha calidad, entrega y profesionalismo”, expresó Javier Asdrúbal Vinasco, quien tuvo a 30 alumnos clarinetistas, 12 activos y los demás oyentes, muchos de ellos originarios de Oaxaca.
En la música no sólo se aprende a interpretar un instrumento, también se aprenden valores humanos que son fundamentales para la convivencia, como por ejemplo, el respeto a los demás, la tolerancia, aprender a trabajar en equipo, hacerse oír y oír a los demás con respeto y dar oportunidad a todos.
Por lo anterior, a partir de la experiencia propia en su país, Vinasco opina que la música es fundamental en los procesos de mejoramiento de las sociedades. “En Colombia, muchas de las cosas que están aquí sucediendo ya las tuvimos hace un par de décadas. Sé por lo que están pasando, también lo sufrimos y les puedo decir que hay luz al final del camino. Sé que un país fuerte como México se va a sobreponer a todas las dificultades. Y la música puede convertirse en un factor muy importante de cambio social, porque contribuye a la convivencia del país y por ende a la paz”.
Con esta idea coincide la maestra Edith Ruiz, pianista y pedagoga mexicana, quien es parte de la “familia” Instrumenta desde hace nueve años. “Estoy convencida de que a través de la música podemos hacer muchas cosas por los niños, los jóvenes, los adultos y por todo el mundo. Desde que, en vez de irte a hacer alguna cosa improductiva, vayas a un concierto y puedas tener un momento de inspiración para tu espíritu, tu mente o tu corazón, eso te puede hacer mejor persona. Y cuando esto se hace desde pequeño, se puede educar a las personas para que tengan otra cultura, que no sea la de la violencia ni la de la corrupción, sino que podamos realmente buscar una mejor sociedad”.
Para Ruiz, quien impartió clases magistrales a 15 alumnos de piano de la Escuela de Bellas Artes, es evidente que se aprenden muchas cosas tanto tocando como escuchando música: desde autodisciplina, el placer por lo bello, por lo estético y tantos lenguajes diferentes de los compositores, lo cual “nos ayuda a preocuparnos por cosas mejores en la vida”.
“La música es algo que puede unificar y quizás más que otra disciplina, por ser tan emocional, por venir de una emoción de muy dentro de sí”, destaca Nigel Shore, maestro de oboe, “un instrumento bastante raro para el que no existen muchos profesores, por lo que los estudiantes no tienen muchas oportunidades; sin embargo, dice, “he visto un gran cambio en tan poco tiempo, que viene de algo esencial que ofrece Instrumenta: la oportunidad de que los jóvenes aprendan algo de nuestra experiencia, de lo que ha sido nuestro viaje musical, porque venimos de diferentes países y hemos tocado con muchísimos directores y orquestas”.
“He visto a gente de distintas regiones y diferentes niveles sociales tocando una misma cosa. Pasa lo que en orquestas donde los músicos tienen diferentes idiomas: se comunican con la música, no con la palabra”, observa Nigel Shore, para quien un reto a resolver es la continuidad en la formación de los músicos, para que no se detenga entre edición y edición “sino que mantengan su preparación durante el año con un apoyo no sólo técnico sino de opciones para que vean un futuro con su instrumento”.
En este su segundo año de participar en Instrumenta Oaxaca, el fagotista costarricense Marcelo Padilla trabajó con 15 alumnos, 12 activos y tres oyentes. “Que México está pasando por un momento difícil no ha pasado desapercibido para nadie. Que un día se hayan cancelado todas las clases por manifestaciones es algo fuerte ¿no? Por eso es importante darle a conocer a los estudiantes o a los músicos que lo que estamos viviendo
“Es un lujo, por así decirlo: reunirnos en un salón para hablar de sonido, de cómo interpretar una obra, cómo frasear y cómo tocar”.
“Es importante recordar día a día, cada vez que uno pueda agarrar un instrumento y piensa en hacer música, que es un lujo que vivimos y que es mejor que tener un rifle en la mano”, subraya.
Primer fagot de la Orquesta de la Radio de Viena, Austria, de la cual ha sido miembro desde 2002, Padilla habla con emoción del interés que percibe en los jóvenes por aprender y aplicar el conocimiento que reciben. “En Oaxaca debería haber una escuela superior de música al igual que de danza, de teatro y de cualquier arte. Se imaginan ¿a cuántos jóvenes se les puede sacar de las drogas, de la agresión, de tanta cosa, estando ensayando una tarde? Eso le da un significado muy bonito a tu vida”.
“El talento sin trabajo organizado se pierde”, subraya el flautista Efraín Oscher, quien cita lo escuchado de sus maestros “el talento es sólo el 10% de lo que te hace buen músico, un buen artista; pero la organización de las ideas y de las propuestas, el trabajo intelectual y mecánico hacen el 90% restante”. Por ello, también considera que se necesitan buenos guías para que en Oaxaca el talento no se desperdicie, “que sean profesores capaces de motivar y de dar la información y las herramientas necesarias para que el talento florezca y se produzcan músicos y artistas de altísima calidad”.
Oscher, quien como músico creció en el Sistema de Coros y Orquestas de Venezuela, un proyecto en el cual “la música se usa para que los jóvenes y niños de cualquier estrato social enfoquen sus vidas y aprendan a compartir y a tener un comportamiento social positivo”, dijo estar convencido de que la música juega un papel importantísimo en el desarrollo social.
“Dentro de la música de cámara y orquestal se genera una comunicación, que es importante para resolver problemas. Hay que hablar, no sólo tener una opinión sino entender y aceptar la opinión de otros y eso, también es fundamental para el desarrollo y la convivencia social. En una orquesta hay personas que son distintas pero que sin embargo, trabajan por encima de esas diferencias culturales para tener un fin. Por eso la música da herramientas para que la tolerancia y la comunicación mejoren”, señala el flautista.
Gustavo Martín, coordinador de cuerdas en Instrumenta Oaxaca, área en la que se tuvieron 25 alumnos activos y 10 oyentes, celebró que Instrumenta Oaxaca mantenga el espíritu que le dio origen, el pensar hacer música es una locura maravillosa y compartirla con los alumnos. Y Oaxaca es el lugar ideal para hacerlo. Pudimos ver a alumnos sentados en cualquier lugar haciendo música, tratando de compartir ideas, de comprender más. Si logramos que eso se mantenga en sus vidas, creo que habrá sido algo muy valioso”.
Una de las enseñanzas de las artes, agrega Martín, es que se pueden construir soluciones realizando arte también. “La música es un ejercicio que para que pase, se tienen que resolver diferencias emocionales. Se piensa que a los músicos no nos interesa o no comprendemos o no nos importa lo que pasa en el entorno social, pero no debemos olvidar que la ética no tiene por qué estar separada de la estética, y que ésta puede enseñar a la ética cómo resolver las cosas. Cada uno desde su trinchera a aporta respuestas de distinto modo y nosotros, desde Instrumenta Oaxaca, estamos demostrando con la música, que mentes complejas y dispares se pueden sentar a hacer algo hermoso juntos. Por eso, creo que en medio de los problemas, la música y las artes pueden aportar una salida por lo menos más creativa”.
Dejar una Respuesta