- Una Forma Demasiado Superficial de Calcular lo que Vale la Vida
- El Dinero y el Poder Representan el “Motor Nuestra de Cada Día”
Definitivamente la vida es una mentira para muchos, y una tremenda realidad para otros más.
La vida es una parábola continua de enfoques y criterios, donde las circunstancias van ando nuevas formas y colores a los presentes y futuros.
La vida cuestiona –per sé-, cómo se logran disfrazar las intenciones, los anhelos y los caprichos, y muchas veces estos engaños trasgreden la propia conciencia y el universo personal.
Se cree pero no se sabe. Se sabe, pero no se acepta. Y se acepta cuando es demasiado tarde.
La vida y la muerte viajan lado, dentro de la sinuosidad de los límites intangibles, y las circunstancias insospechadas.
Para las compañías aseguradoras, la vida de una persona tiene un precio fácil de calcular. Para hacerlo sólo deben aplicar una ecuación y así obtener el monto que deben pagar a los familiares de un fallecido en un accidente. La fórmula, calculada según obscenos parámetros que avergonzarían a cualquiera, recibe el nombre de ‘Capital Humano’.
Para el director italiano Paolo Virzì, este término fue el detonante de su undécima película, una adaptación libre de la novela homónima del estadunidense Stephen Amidon escrita en 2004. Es así que Capital humano (Il Capitale Umano, 2013), llega a la 58 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.
La historia gira entorno a dos familias italianas de diferentes esferas económicas: los Bernaschi y los Ossola. Los primeros elegantes capitalistas y los segundos empresarios de clase media al borde de la quiebra.
Sus historias se entrelazan irremediablemente después de una víspera de Navidad en que un ciclista es arrollado por un vehículo que se da a la fuga.
El accidente que de una u otra forma involucra a estas familias, sirve de prólogo a este filme divido en cuatro capítulos: “Dino”, “Carla”, “Serena” y “El Capital Humano” desde los cuales se narran los mismos hechos desde diferentes perspectivas.
Son cuatro enfoques que, al final del día, enfrentan a la fantasía con la realidad, y a la felicidad con la tragedia de terceros.
En el proceso de adaptación de la novela best seller de Amidon ambientada en Connecticut, Virzì decidió usar la rica región de Lombardía para enmarcar la división y degradación cultural derivada de la especulación financiera de estos últimos años en Italia, pero al mismo tiempo conservar el tema principal de la novela acerca de la codicia capitalista y el precio escalofriantemente bajo impuesto a la vida humana en cualquier parte del mundo.
El cineasta italiano declaró para Cineuropa acerca de su decisión de filmar en esa región del norte de Italia: “Pensé casi automáticamente en Lombardía; no concebía una atmósfera distinta. […]
Buscaba ‘otro lugar’, quería estudiar de forma apologética este universo provincial rico, con su malestar profundo y secreto, que se abre de par en par en el tercer capítulo del filme. Este rastro de alarma me parecía un ingrediente de la película”.
Sobre el trabajo de los colaboradores del cineasta italiano, diversos medios internacionales como el Hollywood Reporter han mencionado:
“La estilizada producción diseñada por Andrea Bottazzini y Mauro Radaelli, junto con la música cargada de suspenso, compuesta por Carlo Virzi complementan el trabajo del cine-fotógrafo francés
Jerome Almeras en su visceral visión del norte de Italia como una mezcla entre una tierra de cuento de hadas y un despiadado mundo devastado por el mal clima.”
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