o Martes 25 de octubre a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce
o Participarán los escritores José María Espinasa, José Gordon y Geney Beltrán, como moderador. Además, la actriz Laura Almela realizará una lectura dramatizada
o “En pocos personajes de la escena intelectual mexicana vemos este interés tan comprometido con la búsqueda de lo sagrado”: José Gordon
El próximo martes 25 de octubre la escritora Esther Seligson cumpliría 75 años de edad, por esta razón, amigos, colegas y lectores se reunirán ese día para recordarla en una mesa organizada por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, en la que participarán los escritores José María Espinasa y José Gordon, moderados por Geney Beltrán.
La cita es a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde, además, la actriz Laura Almela realizará una lectura dramatizada. La entrada será libre.
José Gordon mantuvo una relación estrecha y duradera con la escritora Esther Seligson. Recuerda las visitas a su casa para ver transparencias que mostraban imágenes del viaje que ella realizó a la India a finales de los años ochenta, y que la había marcado tanto como otro que hizo al Tibet. “Teníamos muchos puntos de contacto porque poseíamos una curiosidad en común por el mundo de lo sagrado y eso siempre marcó el pensamiento de Esther.
En pocos personajes de la escena intelectual mexicana vemos este interés tan profundo, tan comprometido con la búsqueda de lo sagrado”.
Esther Seligson se convirtió en una de las autoras más jóvenes en ganar el Premio Xavier Villaurrutia en el año 1973, por su libro Otros son los sueños.
Se destacó, entre otras cosas, por ser una figura reconocida en el ámbito teatral; en el Centro Universitario de Teatro dio clases durante mucho tiempo.
Entendía la tragedia como pocos, no solo la griega sino la cotidiana, dijo José Gordon, y agregó:
“Es muy obvio que tanto a nivel individual como colectivo sabía lo que querían decir las tragedias y los dramas que vivimos en términos contemporáneos”.
Los intereses de Esther Seligson lindaban con el estudio de las artes antiguas ocultas relacionadas con el destino. Se dedicó intensamente a estudiar la cába
la, la astrología, el tarot y el I Ching. También era conocedora de los misterios de la cultura judía, al igual que de la hindú o de la China antigua. Su libro La morada en el tiempo es prueba de ello, en la que hizo una reescritura del Antiguo Testamento y revisó la historia de la persecución del pueblo judío.
Para ella este libro fue su testamento, legado con el que le hubiera gustado pasar a la posteridad literaria.
Para José Gordon lo anterior corresponde a la pasión de Esther por mirar en un sentido profundo la conexión entre los mundos internos y externos.
“Yo me acuerdo que una buena definición de literatura con la que siempre concordaba tiene que ver con la posibilidad de leer más a fondo lo que está ocurriendo, es decir, más allá de los discursos políticos o de primeras planas, más allá de lo que platicamos con nuestros amigos hay un lenguaje que se está jugando de manera invisible y es donde se trama realmente la comunicación. Investigar ese lenguaje es la clave de la buena dramaturgia y de la buena literatura”.
Algunos la han calificado como una escritora hermética, difícil de leer y hecha para lectores realmente comprometidos. Más allá de los conocimientos que todo lector de Esther Seligson necesite para entenderla, José Gordon señaló que detrás de eso hay un deseo de trascender la realidad.
“Lo que ocurre más allá de lo visible era una preocupación profunda en toda la obra de Esther.
En su obra poética registró finamente con un oído muy delicado los ritmos de las palabras, de los sonidos, y sobre todo las zonas a las que puede apuntar el lenguaje más allá de lo superficial, apuntar a una zona que ella entreveía como lo sagrado”.
Seligson participó activamente en la conformación de la revista Plural, donde apostaba por descubrir y hablar de registros nuevos de la literatura.
José Gordon dijo que ella misma representaba un registro de esa naturaleza.
“Yo creo que poco a poco iremos descubriendo a Esther Seligson, la iremos leyendo y encontrándonos con ella y con esa búsqueda de verdad persistente e implacable por descifrar el mundo.
A ella se le planteaba realmente el mundo como un misterio que descifrar, y las claves para poder descifrarlo tenían que ver con el arte y la poesía, de eso está empapada su obra poética, lo podemos ver con toda claridad.
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“Yo quisiera pensar que la obra de Esther Seligson tiene que ver con momentos de la inteligencia y de la belleza que a veces ni nos percatamos que vienen de ella, pero nos han tocado, y esos vasos comunicantes terminan afectándonos a todos sin que nos demos cuenta dónde estaba planteado el origen, porque como ella bien decía: el origen es oceánico y nos pertenece a todos”.
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