Desde Jerusalem
La decision de la UNESCO nos agarró aqui en Jerusalem en medio de los preparativos para Shabat y para la fiesta de Sucot. Fijándonos cuando nuestro equipo de basket, el Hapoel Jerusalem juega los partidos en la liga europea de basketball, leyendo mucho más las noticias sobre Clinton y Trump y analizando el premio nobel de literatura que le fue otorgado a Bob Dylan.
Hoy durante el día miré en mi móvil y vi lo que estaba escrito sobre la decisión. No hay conexión entre el pueblo Judío, Jerusalem y el monte del templo.
"Bueno…" dije en mi corazón. No le dí ninguna importancia a esa payasada como no se la dieron ninguno de los ciudadanos de Israel y seguí mi dia.
Cuando abrí el facebook vi tantas discusiones sobre el tema en los grupos judíos del mundo que entendí que aquí hay una diferencia fundamental entre los dos mundos.
Traté de conectarme al sentimiento de urgencia que le daban lo que leí en los diferentes grupos, pero no pude, no me conecté. Pensé conectarme con los que dicen que todos nos odian y por eso se recibió así esa decisión, y no me conecté. Pensé que puede ser, que no estoy bien y por eso no le doy importancia a esa noticia y ahí me entendí un poco más.
Decisiones raras y ridículas como esas son un gran alimento para los que están en contra de la paz, que seamos parte parte del mundo, estas decisiones certifican que aislarnos es la solución. Por eso en un minuto saltó Netanyahu a los micrófonos. Yo en su lugar trataría de ver como se puede renovar la negociación con los palestinos y no justificar que Jerusalem y el monte del templo están por supuesto conectados al pueblo judío.
Contestar a esa decisión estúpida es darle más importancia de la que tiene, y por supuesto que es una oportunidad que tiene la derecha para gritar "nos odian".
La sorpresa la tuve ante la reacción de partes del mundo judío. Pero sería mejor si el mundo judío no perdiera el tiempo en eso y en su lugar, se dirigiera más a lo que está sucediendo en Israel y el porqué el gobierno no mueve ningún proceso Israel- palestino.
En los momentos previos a escribir estas palabras, leía sobre Bob Dylan, sigo disfrutando que el Maccabi Tel Aviv (el amargo rival de Hapoel Jerusalem) perdió ayer, y me dispongo a ayudar a mis hijos a colgar los adornos en la Sucá.
Jerusalén no necesita de decisiones estúpidas. Necesita que la dejen tranquila para que siga produciendo los maravillosos momentos en los cuales el aire llena nuestros pulmones con amor.
Foto Gregorio Martinez
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