A 23 años de su Fallecimiento
Autor de más de 150 obras, incorporó en la música sinfónica
los ritmos populares e indígenas
Más de 150 obras integran el legado de Blas Galindo, músico notable y prodigioso compositor que lo mismo hizo piezas sinfónicas, corales de cámara, para solistas y ballet, que conciertos, cantatas, sonatas, suites, así como música de teatro y cine.
Nacido el 3 de febrero de 1910 en San Gabriel, Jalisco, Blas Galindo aseguraba que él traía la música desde pequeño, por lo que inició sus estudios musicales en el coro de niños de la parroquia de su pueblo natal, donde en 1928 organizó la banda local de música.
Fue en 1931 cuando ingresó en el Conservatorio Nacional de Música y tuvo a maestros de la talla de José Rolón, Candelario Huízar, Manuel Rodríguez Vizcarra y Carlos Chávez, en cuya clase de Creación musical, Blas Galindo compuso en 1933 la Suite para violín y violoncello que se interpretó en el Teatro Hidalgo con un gran éxito.
Dos años después, nuevamente el maestro Carlos Chávez le pidió una obra, esta vez “con temas populares de la región donde nací. Esa obra fue para el programa de música mexicana celebrado en Nueva York en 1940. Fue en ese entonces que hice los Sones de mariachi”, integrados por La Negra, El zopilote mojado y Los cuatro reales, y que a decir de Gabriel Zaid, “se tocan como un símbolo musical de México, como si fueran otro Himno Nacional”.
Galindo se convirtió en una figura clave del nacionalismo mexicano al incorporar en sus composiciones de música sinfónica ritmos populares del más puro folclor indígena. Su exaltación nacionalista le llevó a componer piezas de gran belleza y exotismo, en las que introdujo el sonido de instrumentos nativos, como en Sones de mariachi, mientras que su célebre Son de la negra constituye una muestra brillante de esta búsqueda de la identidad en el terreno musical.
Considerado uno de los exponentes más relevantes del nacionalismo musical mexicano, el propio compositor revelaba en una entrevista realizada en 1992 y que aparece en el libro Visiones sonoras: entrevistas con compositores, solistas y directores, que nunca se propuso hacer música nacionalista.
“Si tiene ese lenguaje es porque así soy. Recuerdo que cuando escribí el Segundo concierto para piano y orquesta me propuse que no tuviera ningún elemento del folclor. Cuando José Kahn, a quien se lo dediqué, lo tocó en Nueva York, el crítico del New York Times escribió ‘la obra es mexicana por sus ritmos y por sus giros melódicos”.
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